Acerca de mí

Mi foto
Ingeniero en Industrias Alimentarias de la Universidad Nacional Agraria La Molina, pero que se dedica a un montón de cosas, como escribir en sus ratos libres. Gusta de política, economía, fútbol, música, entre otros. Hobby principal: investigación histórica, principalmente a la Guerra con Chile, y también investiga sobre el actual desarrollo de las empresas peruanas. Es coautor del libro "La Última Resistencia. La batalla en el Morro Solar de Chorrillos el 13 de enero de 1881".

martes, 24 de mayo de 2016

La batalla de Tuyutí, la batalla más grande de Latinoamérica


La Guerra de la Triple Alianza, conocida también como la Guerra del Paraguay, fue la guerra más sangrienta que hubo en Latinoamérica en el siglo XIX. Cuando buscaba información sobre la guerra que tuvo Perú contra España en los diarios del año 1866 encontré bastantes noticias de esta guerra, la mayoría de ellas, con cierta simpatía por Paraguay; aunque Perú no podía inmiscuirse, ni diplomáticamente en ese conflicto, porque estaba en guerra con España y luego afrontó una guerra civil.

Hoy es el sesquicentenario de la batalla de Tuyutí, que fue la batalla más grande de esa guerra y de Latinoamérica.

Batalla de Tuyutí. Ataque de la caballería del general Resquín
Pintura de Cándido López

INTRODUCCIÓN

La Guerra de la Triple Alianza se originó en octubre de 1864, cuando el ejército brasileño invadió Uruguay en apoyo del Partido Colorado, que estaba en guerra civil contra el Partido Blanco. El presidente paraguayo, el mariscal Francisco Solano López, previamente había advertido a Brasil que si invadía Uruguay, Paraguay se toma la libertad de accionar en ese caso (30/08/1864), capturó un buque mercante brasileño el mes siguiente y en diciembre invadió la provincia brasileña de Mato Grosso.

Al año siguiente, Francisco Solano López solicitó permiso para que el ejército paraguayo pasara por Argentina para invadir Brasil y Uruguay, lo que obviamente fue negado. Es así que en abril de 1865 un ejército paraguayo invade la provincia argentina de Corrientes, ante lo cual, Argentina, Brasil y Uruguay firmaron el Tratado de Alianza para combatir a Paraguay el 1° de mayo de 1865. Una división paraguaya de 12 mil hombres al mando del teniente coronel Antonio Estigarribia, invade la provincia brasileña de Rio Grande do Sul, pero después de algunos enfrentamientos, es sitiado en Uruguayana y capitula en septiembre. Después de varios combates y batallas, los paraguayos dejan Corrientes en noviembre.

Los aliados conformaron un ejército de más de 50 mil hombres, el ejército en campaña más grande que se había formado en Latinoamérica hasta ese entonces: 38,000 brasileños, 12,000 argentinos y 2,500 uruguayos.(1) En abril de 1866 cruzaron el río Paraná, transportados en más de 100 embarcaciones, invadiendo el territorio paraguayo.

Después de algunos enfrentamientos, la primera batalla grande en territorio paraguayo fue la de Estero Bellaco (02/05/1866) con un resultado incierto para ambos, pero los aliados no se adentraron en territorio paraguayo, se quedaron cerca de la frontera con Argentina.

El 20 de mayo el ejército paraguayo avanzó hacia Estero Bellaco del Norte, mientras al día siguiente, el ejército aliado ocupó Tuyutí, una loma llena de palmeras. Ambos lugares estaban a pocos kilómetros de distancia. Un médico del ejército paraguayo, el Sr. Torrens, al ver el ejército enemigo expresó “que era numeroso y bien equipado” por lo que fue fusilado por orden del mariscal López.(2)

LAS ARMAS DE LOS EJÉRCITOS

A pesar de su pequeño tamaño, Paraguay tenía al inicio de la guerra el ejército más numeroso y organizado de Latinoamérica: 80 mil hombres uniformados de rojo, de los que la tercera parte eran de caballería,(3) pero la mayoría de ellos estaban armados con viejos fusiles de chispa Brown Bess de las guerras napoleónicas, fusiles de fulminante y solo tres batallones con rifles sistema Witton. A modo de comparación, en esa época los ejércitos de Perú y Chile estaban armados con rifles y en la Guerra de Secesión en EEUU, casi todos los batallones también usaban rifles.

Los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay estaban armados de rifles, aunque algunos soldados tenían fusiles de fulminante.

Las lanzas de la caballería paraguaya medían tres yardas de largo (2.74 m) y la de los aliados, 12 pies (3.66 m). En la caballería paraguaya solo el escuadrón escolta y el regimiento Dragones usaban carabinas rayadas, pero los primeros no pelearon hasta los últimos días de la guerra, así que no pudieron probar  sus carabinas Turner.(4)

En cuanto a artillería, los paraguayos tenían algunos cañones rayados de acero del calibre de 12 libras, pero el grueso de su artillería eran los anticuados cañones de ánima lisa. Los aliados si tenían cañones rayados, de acero como el sistema Whitworth, o de bronce del sistema La Hitte, aunque la mayor parte de la artillería argentina eran cañones de ánima lisa y obuses.

Ampliación de la pintura anterior

LAS MUERTES EN LA GUERRA

La guerra ocasionó una gran mortandad en Paraguay, causando un gran desastre demográfico en ese pequeño país. El oficial paraguayo Juan Crisostomo Centurión, que combatió en la guerra, escribió lo siguiente sobre las muertes del ejército paraguayo, desde el inicio de la guerra hasta noviembre de 1865:

“Calculo la pérdida del ejército paraguayo en Corrientes, inclusive la columna Estigarribia, en unos 16.000 hombres. Los que más morían eran los reclutas, pues los veteranos resistían mejor. Al principio de la guerra, es decir, después del reclutamiento general, en los diferentes campamentos, habrán muerto de 15 á 20 mil hombres; haciendo un total más ó menos de 36.000 hombres entre muertos y rendidos, cuando la guerra aún estaba por empezarse”.(5)

Las bajas del ejército brasileño, desde que empezó la guerra hasta abril de 1866, fueron estimadas en 1,471 hombres entre muertos, heridos y extraviados,(6) además de otras 549 bajas en la invasión brasileña de Uruguay.(7) En el mismo período, las bajas argentinas fueron estimadas en 923 hombres y las uruguayas u orientales en 190.(8) Cabe señalar que no están consideradas las muertes de civiles en la ocupación paraguaya de Corrientes y las muertes por enfermedades.

DISTRIBUCIÓN DE LOS EJÉRCITOS Y PLAN DE ATAQUE

El ejército aliado que ocupaba Tuyutí estaba compuesto de casi 35,000 hombres. El ejército brasileño tenía 21,500 hombres, incluyendo 4,000 de caballería y 80 cañones. El ejército argentino tenía 11,400 hombres (8,000 de infantería, 2,000 de caballería y 600 de artillería) y 34 cañones. El ejército uruguayo tenía 1,360 hombres (180 de artillería, 200 de caballería y el resto de infantería) y 6 cañones. La mayor parte de la caballería aliada estaba a pie por falta de caballos.(9)

Dentro del ejército argentino estaba la Legión Paraguaya, conformada por 114 hombres de tropa, 34 oficiales y un jefe.(10) Todos eran paraguayos exiliados por el gobierno de Francisco Solano López.

La distribución del ejército aliado en el campo de Tuyutí era la siguiente:

En la extrema derecha del ejército aliado estaba el 2° Cuerpo del Ejército argentino al mando del general Wenceslao Paunero, seguido del 1° Cuerpo al mando del general Emilio Mitre. La artillería argentina estaba en medio de los dos cuerpos, mientras la caballería, la 2ª división de Buenos Aires y la Legión Paraguaya a retaguardia del 2° Cuerpo, cerca al cuartel general.

El ejército uruguayo era la vanguardia del ejército aliado, ubicado en el centro y al mando del presidente de Uruguay, general Venancio Flores. A retaguardia, estaba la 3ª división brasileña y en un reducto construido el 21, estaba el primer regimiento de artillería brasileña. A la izquierda del reducto estaba la artillería uruguaya.

A la izquierda estaba el grueso del ejército brasileño, al mando del general Luis Osorio, dividido en cuatro líneas. La primera línea estaba conformada por la 3ª y 6ª división de infantería, teniendo al centro y a la vanguardia al 1° regimiento de artillería y a la derecha de la 6ª división continuaba la línea con el 1° Cuerpo del ejército argentino. En la segunda línea estaban la 1ª y 4ª división de infantería y frente de ellos, el 1° y 3° batallones de artillería. La tercera línea estaba conformada por la 2ª y 5ª división de caballería. En la cuarta línea habían dos baterías de artillería y tres batallones de voluntarios.(11)

El jefe del ejército aliado era el presidente de Argentina, el general Bartolomé Mitre.

El ejército paraguayo tenía 25,000 hombres y a su derecha había una espesa selva. El mariscal López había desarrollado un plan defensivo para el ejército paraguayo, incluso ordenó trincheras, pero el 23 de mayo cambió de parecer y decidió atacar al numeroso ejército aliado. Un año después, el mariscal López le contó al ingeniero inglés George Thompson, quien estaba a su servicio que su cambio de opinión se debió a que le contaron el plan de ataque del general Mitre a efectuarse el día 25, por lo que él anticipó el ataque.(12)

El mismo Thompson escribió lo siguiente sobre el plan de ataque de López:

“El general Barrios, con 8.000 hombres de infantería y 1.000 de caballería, debía llevar el ataque á la izquierda enemiga; el general Díaz (entonces coronel) con 5.000 infantes y 4 obuses, por el centro, y el general Resquín por la derecha con 7.000 hombres de caballería y 2.000 de infantería. El ataque debía hacerse simultáneamente, y la señal para iniciarlo sería un cañonazo disparado por Barrios, cuando estuviera listo, pues este tenía que recorrer una larga distancia por entre bosques, donde sólo se podía marchar por hileras. Debía hacer su camino á lo largo del carrizal hasta llegar al potrero Piris, donde debía formar su cuerpo de ejército. Toda esta distancia está poblada de bosques que llegan hasta el intransitable carrizal, de manera que los soldados de Barrios tenían, que marchar unos tras otros, viéndose obligada la caballería á conducir sus caballos de la brida. Díaz debía reunir y formar sus tropas en el punto más próximo posible al enemigo, tratar de no ser visto ni sentido, y lanzarse violentamente sobre su centro, al sonar la señal convenida; Resquín debía tener sus tropas formadas y listas antes de amanecer, detrás de los palmares de Yataytí-Corá, donde no podrían ser vistas por el enemigo. Las caballerías de Barrios y Resquín debían hacer un rodeo y reunirse á retaguardia de los aliados”.(13)

Plano de la batalla de Honore Roustan

LA BATALLA

El mariscal López estimó que el ataque paraguayo debía efectuarse a las 9 am, pero debido al retraso del general Barrios, la batalla recién se inició a las 11:30 am, hora en que un cohete Congreve cayó sobre el batallón Florida. Justo ese día, el general Bartolomé Mitre estaba alistando un serio reconocimiento sobre las posiciones paraguayas, por lo que la 3ª división brasileña y dos divisiones del 1° Cuerpo del ejército argentino estaban sobre las armas y todo el ejército aliado estaba atento, por lo que podían prevenir cualquier ataque.

A la señal convenida, la división paraguaya del coronel José Díaz inició de inmediato su ataque. A su derecha estaba una columna de cuatro batallones al mando del comandante Hilario Marcó y cuatro regimientos de caballería al mando de comandante José María Aguiar, quien atacaron al centro enemigo, donde estaban los batallones uruguayos u orientales Independencia y Libertad. Un militar argentino que luchó en la guerra, José Ignacio Garmendia, escribió lo siguiente:

“Atacados de improviso los batallones Independencia y Libertad, por fuerzas superiores en número, ejecutaron en ellos los paraguayos una carnicería horrible dispersándolos completamente, tomándole al Libertad una bandera y dando muerte á su jefe. Estos desgraciados batallones no sólo fueron víctimas de la saña del enemigo, sino también barridos por la metralla de la artillería oriental y brasileña, que viendo á los paraguayos en revuelta confusión con sus parciales, no trepidó en exterminar á todos sin tener en cuenta que en la matanza esa, iban amigos y enemigos...

Los paraguayos continuaron su avance y alcanzaron próximamente hasta la línea de la 6ª división de infantería y la de los batallones orientales, tropas que no pudiendo contener en el primer momento el violento empuje, tuvieron que retroceder un tanto, no sólo para ocupar una nueva posición, como para despejar completamente á la artillería su campo de tiro, produciéndose entonces los grandes desórdenes y confusiones que son tan peculiares al campo de batalla….

En un momento el campo de batalla fué inundado por las camisetas rojas, que se llevaron por delante á los tres batallones brasileños que cerraban la izquierda, y entrando por esta puerta avanzaron sobre la 3ª división brasileña, mandada por el intrépido general Sampaio…

Conociendo entonces el general Osorio la tremenda situación de la 3ª división, ordenó que marchase la Iª en su auxilio, y se arrojó el valiente riograndés á la pelea como si fuera un soldado….

Tres veces retrocedieron los soldados de Sampaio y tres veces arremetieron valientes. En esta lucha cayó con cuatro heridas mortales su heroico jefe siendo reemplazado en la sangrienta faena por el coronel Machado de Bittencourt”.(14)

El segundo jefe de la caballería paraguaya al mando de Aguiar era el capitán Martínez, quien no se había recuperado de sus heridas recibidas en la batalla de Estero Bellaco (02/05/1866). Cuenta uno de sus compañeros que en la batalla recibió una bala de cañón que “le llevo una parte de la carne del pecho, de cuya herida murió en el hospital dos ó tres días después, a pesar de todos los cuidados que le prodigaron los facultativos por recomendación especial del Mariscal que lo apreciaba mucho. Antes de morir fué promovido á Sargento Mayor”. (15)

Las fuerzas del general Barrios, después de atravesar la selva, cayeron sobre la retaguardia del ejército brasileño y siendo atacados por la caballería al mando del mayor José María Delgado, quien fue herido al inicio de la batalla, pero combatió hasta el final. Después de un éxito inicial, tuvieron que retroceder.

El mismo oficial, escribió lo siguiente sobre el ataque de la división paraguaya de Díaz: “… levó como de costumbre, una enérgica y entusiasta carga á la posición enemiga; pero la artillería oriental y la brasilera le causaron horribles extragos desde que salió del monte, tanto más cuanto que tenía que luchar en primer lugar con la naturaleza del terreno, viéndose obligado á cruzar por un estero para batirse de cerca con los aliados. Dicho estero ó pantano quedó cuajado de cadáveres. El Coronel Díaz, se había comprometido, además, á garantir la vuelta del General Barrios que corría el riesgo de ser cortado en su retirada por los brasileros. Con ese fin, cuando ya no le quedaba tropa para continuar la lucha, se retiró á la orilla del monte con un pequeño resto de su gente y del personal de la banda paraí. Hubo de ser atacado allí por un batallón brasilero que se había desprendido de su campo para perseguir á los nuestros; pero él tuvo feliz la ocurrencia de mandar a tocar con la banda uno de los aires más entusiastas, dando ¡vivas! á la patria. El batallón enemigo, figurándose que allí habría muchos paraguayos emboscados, suspendió su avance y luego contramarchó. Este incidente, debido á la presencia de espíritu de Díaz, dio tiempo á Barrios para ponerse completamente á salvo con el resto de su tropa”.(16) 

La ala derecha del ejército aliado fue atacada por la caballería paraguaya del general Resquín.

“Los regimientos á las órdenes del Comandante Cabral, divididos en dos columnas, avanzaron por la izquierda y derecha de Yataity-Corá, atravesaron el estero y arrollaron y acuchillaron al batallón 3° de línea de la división del Coronel Rivas; éste arrastró  al 5° de línea, que sin tiempo para nada, encontró más expeditivo dar la espalda y declararse en fuga, su comandante por delante montado en un caballo tordillo blanco. Otros batallones (creo que el 4° y el 6°) destacados también al frente de la línea, formaron en cuadro; pero la caballería nuestra, interponiéndose entre los cuadros y la trinchera, dió lugar á que los artilleros, aturdidos por la confusión, no cesaran de hacer fuego sobre ellos, matando á los nuestros lo mismo que á los suyos!

Los otros regimientos que marcharon por Yataity-Corá, á pesar de las enormes bajas que sufrieron al atravesar el estero, cayeron sobre la línea enemiga con un arrojo sin ejemplo, pero fueron completamente hecho pedazos. La infantería nuestra recién entonces entró en acción; pero ya era tarde para prestar una cooperación eficaz á la caballería; y fué destruida por la artillería y la infantería que de atrás de la trinchera hacían sobre ella un fuego horroroso…

El intrépido Mayor Olabarrieta, haciendo prodigios de valor, cruzó por entre las filas del enemigo con el resto de su regimiento, logrando llegar hasta el punto donde debiera haber tenido lugar la reunión con Barrios; pero como éste ya se había retirado, tuvo que regresar atravesando las líneas brasileras, y peleando durante todo este tiempo hasta llegar al Potrero Sauce, casi solo y mal herido.

Cuatro regimientos que avanzaron por la parte más oriental, se encontraron con la caballería correntina al mando del General Cáceres; la arrollaron llevándola en desorden hasta el otro lado del Bellaco. El General Cáceres estuvo á punto de caer prisionero; pero debido á la velocidad de su caballo, pudo escaparse, recojiendo las riendas lejos al otro lado del Estero”.(17)

La batalla terminó a las 4:30 pm. El mariscal Francisco Solano López observó la batalla de lejos y lo más cerca que estuvo fue a una distancia de tres millas.(18)
 
“El humo era tan denso durante el combate, que los aliados no vieron el daño que habían causado á los paraguayos; y por la dificultad de las comunicaciones á causa de los esteros, y la gran confusión de aquellos momentos, López no supo la realidad de sus pérdidas hasta la mañana siguiente”.(19)

Croquis de la batalla, tomado de Granaderos.com.ar

RESULTADOS DE LA BATALLA

Paraguay perdió gran parte de su ejército en esa batalla y quedó diezmado, imposibilitado de efectuar un nuevo ataque. Los aliados no supieron de las dimensiones de su victoria y en las siguientes semanas no se movieron de sus líneas y no atacaron a los paraguayos.

Las noticias de la batalla llegaron a la ciudad argentina de Corrientes al día siguiente. Ahí residía Charles Ames Washburn, ministro plenipotenciaro de EEUU en Paraguay, quien entusiasmado escribió a William H. Seward, secretario de Estado: “Supongo ahora que la escuadra aliada irá aguas arriba en el río Paraguay y que abrirá la navegación libre hasta Asunción en corto tiempo…. Yo espero estar en Asunción en pocos días y para ese entonces, el poder de López debería estar destruido”.(20) Washburn fue muy optimista, pues los aliados recién ingresaron a Asunción tres años después.

Nadie del bando paraguayo se quedó en el campo a contar a sus muertos aunque se hicieron diversas estimaciones. El general Bartolomé Mitre estimó los muertos paraguayos en 4,200, además que los aliados tomaron 350 prisioneros paraguayos, en su mayor parte heridos. También tomaron cuatro obuses, tres banderas, cinco estandartes, doce cajas de guerra, quince cornetas de caballería, correaje, cartucheras, municiones, 5,000 fusiles y otras 1,200 armas entre lanzas, sables, tercerolas (arma similar a la carabina usada por la caballería) y machetes.(21)

El inglés Thompson señala que “los hospitales paraguayos recibieron 7.000 heridos del campo de batalla, siendo de advertir que los heridos leves no entraban en los hospitales”.(22)

Las bajas oficiales de los aliados fueron de 4,247 hombres: 62 oficiales y 657 soldados brasileños muertos, 179 oficiales y 2,113 soldados brasileños heridos, 19 oficiales y 360 soldados argentinos muertos, 36 oficiales y 495 soldados argentinos heridos y otros 30 extraviados, 12 oficiales y 121 soldados uruguayos muertos, 17 oficiales y 146 soldados uruguayos heridos.(23)

La baja más sensible en el ejército aliado fue el general brasileño Antonio Sampaio, jefe de la 3ª división, quien no se recuperó de las heridas recibidas en la batalla y falleció el 6 de julio de 1866.

NOTAS

(1) L. Schneider. 1902. A Guerra da Triplice Alliança contra o governo da republica do Paraguay, traduzido do allemão por Manoel Thomaz Alves Nogueira annotado por J. M. Da Silva Paranhos, Tomo I, pp. 316-317.

(2) Juan Crisostomo Centurión. 1894. Memorias o Reminiscencias históricas sobre la Guerra del Paraguay, Tomo II, pp. 96-97. Buenos Aires, Imprenta de Obras, de J. A. Berra.

(3) George Thompson. 1910. La Guerra del Paraguay, traducida por Diego Lewis y Angel Estrada, anotada y aumentada con un Apendice en que se refutan algunas apreciaciones del autor, Tomo I, pp. 63. Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía.

(4) Ibídem., pp 63-64.

(5) Centurión, Ob. Cit., p. 7.

(6) Schneider, Ob. Cit., T. II, Apéndice p. 5.

(7) Ibídem, T. I, Apéndice p. 204.

(8) Ibídem, T. I, Apéndice p. 207.

(9) Schneider, Ob. Cit., T. II, pp. 22-23.

(10) José Ignacio Garmendia. 1991. Campaña de Humaytá, p. 174. Buenos Aires: Casa Editora de Jacobo Peuser.

(11) Ibídem, pp. 182-185.

(12) Thompson, Ob. Cit., p. 145.

(13) Ibídem, pp. 145-146.

(14) Garmendia, Ob. Cit., pp. 200-205.

(15) Centurión, Ob. Cit., pp. 111-112.

(16) Ibídem, pp. 112-113.

(17) Ibídem, pp. 115-117.

(18) Thompson, Ob. Cit., p. 149.

(19) Ibídem, p. 148.

(20) Papers Relating to Foreign Affairs, p. 579. Carta del 25 de mayo de 1866

(21) Scheneider, Ob. Cit., T. II, Apéndice, pp. 45-46. Segundo parte oficial de Bartolomé Mitre, Tuyutí 31 de mayo de 1866.

(22) Thompson, Ob. Cit., p. 148.

(23) Scheneider, Ob. Cit., T. II, p. 33; Apéndice p. 27.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario